Archivos Mensuales: julio 2010

Entre dos…

Estándar

Un mes. Treinta días. Un mes sin tocarme, sin deslizarse por mi piel desnuda. Sin calentarme. Sin enfriarme. Sin corromperme, sin permitirle que me dañe. Es mala, asesina descolorida, escurridiza, cómplice de su muerte. Ella lo abrazó y me lo quitó. Todo por un torpe descuido. El timbre sonó y lo dejé sentado, le dije que no se soltara, él pareció entenderme porque afirmó con su cabecita y aferró sus manitas al borde de la tina. Sé que él no pudo haberse soltado, ella lo jaló, lo abrazó y me lo quitó, se lo llevó para siempre al lugar donde las cosas permanecen y ya nunca regresan. Abusó de su corta edad, de su poca capacidad de saber cuidar de sí mismo. Yo no tuve nada que ver, la culpable fue ella en todo momento, ella tan inoportuna, tan celosa de lo que no le pertenecía. Por eso no me baño más, para que no me dañe esa asesina, para que no me recuerde lo que él probablemente sintió. Ya no pude seguir sumergiéndome en la tina para intentar recrear lo que él sufrió. Es un castigo que no merezco porque no fui yo.

No, sí fui yo, una irresponsable tonta, tonta, tonta, irresponsable tonta, eso es lo que soy, así como cuando perdí a mi hermanita, Raquel. Mamá me la encargó, yo me descuidé y una señora me la arrebató, la cargó y se fue corriendo con ella. Yo me quedé congelada. Recuerdo el rostro de mi hermanita, como preguntándome por qué se la llevaba esa señora. Nunca la volvimos a ver. Mamá toda la vida me culpó, sé que me odia y no lo admite abiertamente  pero yo lo sé, lo siento cada vez que menciona a Raquel o cuando son fechas importantes, como su cumpleaños o el día en que se perdió.

Pero esta vez no fui yo, puedo jurarlo. Sé que el agua fue la que se llevó a mi bebé y alejó a mi esposo de mí. Ahora él también me culpa, como me ha culpado mamá todo este tiempo. Sabe que eso me duele, pero no deja de hacerlo, no puede evitarlo. Esa es mi condena, mi carga eterna, un peso que nunca se irá. Sé que esa sensación que me oprime desde que Raquel no está, vivirá conmigo hasta que muera, todo por culpa del agua. Un mes. Treinta días sin tocarme.